TL G. MAX
Había una vez en una ciudad bulliciosa y vibrante muy parecida a la Ciudad de México, un pitbull gigante de color cafe con manchas negras que deambulaba por las calles. Su nombre era Max, y su tamaño y apariencia llamaban la atención de todos. Max era un perro amigable y cariñoso, pero su imponente figura y las manchas negras en su pelaje hacían que muchos se sintieran intimidados. Cada mañana, Max paseaba por los parques, mercados y avenidas de la ciudad. La gente se detenía en seco al verlo pasar, susurrando entre ellos y tomando fotografías. Algunos niños se acercaban tímidamente, y Max, con su naturaleza dulce, siempre les respondía con un movimiento de cola y lamidas amistosas. Un día, mientras Max caminaba cerca del parque Chamultepec, una familia que disfrutaba de un picnic lo vio. La familia estaba compuesta por los padres, Laura y Pedro, y sus dos hijos, Sofía y Juan. Los niños quedaron maravillados al ver a Max y corrieron hacia él, riendo y llamándolo. —¡Mira, mamá! ¡Qué per...