Sneaking Missions
Recuerdo que cuando era niño detestaba que mi mama me regañara. Claro esta, que sus regaños siempre han sido justos. En realidad, haciendo un poco más de memoria, no pude encontrar ninguna sola vez que no me mereciera el regaño. Tal vez soy la oveja negra de la familia. Pero un detalle sobre mi mama es que ella es de las personas que le encanta alardear cuando tiene la razón. Esa actitud sumada al hecho de que las razones para castigarme eran siempre justificadas. Producían que incluso después de haber cumplido mi condena, el sermón continuara, pero ya no para regañarme sino mas bien para controlarme.
Como por ejemplo. Una vez que era mi cumpleaños, estaba bastante emocionado porque mi mama iba a comprarme 2 juguetes, cualesquiera que yo escogiera, en mi juguetería favorita. Era una promesa que ella me había hecho ese año. Ya los tenía bien localizados, uno era una mini ciudad completamente equipada con autos, ciudadanos, tiendas detalladas, una obra de arte. Y el otro era una camioneta a control remoto. Cuando entramos a la tienda yo estaba apunto de correr a tomarlos cuando ella me detuvo es seco diciéndome.
–Ya no voy a comprarte 2 juguetes, solo 1. –
Yo completamente ofendido y traicionado. Estuve a punto de contestarle, “PERO LO PROMETISTE”. Pero antes de que pudiera responder ella continuo.
–No te acuerdas que ayer estuviste castigado por romper mi estatuilla favorita. –
Eso detuvo mi petición. El día anterior por estar jugando sobre los sillones, trastabille y caí al piso, mis piernas golpearon una mesita de centro que tenia una estatua de un pastor llevando a sus ovejas. En palabras de mi mamá, era un reliquia familiar y siempre me contaba la historia que le había contado mi abuela de donde la compraron. Con la fuerza del golpe la estatua rodo y callo al piso, no era una gran altura pero la fuerza del golpe fue suficiente para que se rompiera. Mi mamá escucho el alboroto. Y rápidamente dedujo lo ocurrido castigándome.
Por eso decidió ya no darme mi regalo completo y además evito que le reclamara. Utilizo mi culpabilidad para detener mi emoción. Y digamos que también me nublo, porque ni siquiera escogí uno de los juguetes que quería. Escogí una cochina patrulla toda fea y salí sintiéndome como basura. Fue una victoria perfecta para mi mamá. Lo bueno fue que al siguiente día recibí mis 2 juguetes, como dije mi mamá también se distingue por ser justa.
Pero también había veces que yo podía escapar al castigo. Una vez estaba en la cocina tratando de aprender como preparar palomitas en la estufa. Y de repente di un manotazo de emoción porque ya estaban estallando en la olla, y tire una maseta con una rosa que a mi mamá le gustaba mucho. Tuve suerte ya que no escucho el golpe a pesar de que estaba en la habitación de junto, pero, si acaso entraba a la cocina yo estaría perdido.
Así que era una carrera contra el tiempo y además debía mantener mis gritos de júbilo para no despertar sospechas. Así que continué hablando en voz alta de lo feliz y emocionando que me sentía por ya poder hacer palomas en la estufa, mientras recogía la tierra y los pedazos de maseta suplicando en mi mente que no entrara. Por suerte termine a tiempo lo guarde todo en una bolsa negra y la puse en la basura. Serví mis palomas y se las di a mi mamá. Y por suerte no noto que faltaba, o tal vez si lo noto pero ya no me dijo nada.
Una mas fue de nuevo en la cocina, ahora yo estaba calentando leche en la estufa. Lo malo de calentar leche es que si la dejas mucho tiempo en la estufa se derrama. Y pues dicho y hecho la deje mucho tiempo y terminó ensuciando las hornillas. Tonz fui por un trapo levante la rejilla y cuando iba a empezar a limpiar, que entra a la cocina. Y yo dije.
– OH OH. Si lo ve me va a cagar. Y no solo eso se volverá un chiste frecuente de que no me dejen calentar leche. –
Por suerte se sentó en una mesita que hay en medio de la cocina y comenzó a platicar conmigo. Yo bastante nervioso pero controlado me puse de frente a las hornillas que estaba limpiando procurando taparlas por completo. No recuerdo que me platicaba pero yo procuraba responder con monosílabos, pero que no se notara que estaba nervioso, mientras seguía limpiando las hornillas. Termine y logre poner el trapo en la ropa sucia para que se lavara la evidencia.
Y la última que recuerdo fue que yo estaba jugando a superman, con una toalla que según era mi capa, he iba volando por toda la casa de repente entro al baño. Y según yo mi enemigo estaba en el techo del baño, así que me recargue en el tubo del lavabo para según saltar y alcanzarlo. Pero el tubo no soporto mi peso y se zafo de una de las uniones. Regando un chorro de agua negra en el piso del baño. Cerré con seguro la puerta y como traía mi capa/toalla con esa limpie el charco, quedo toda sucia con el agua negra. El tubo fue fácil de volver a colocar porque solo se había zafado, si se hubiera roto todo hubiera valido queso.
Bien ya había limpiado el piso y había vuelto a poner el tubo pero la toalla estaba completamente negra (era blanca) así que la lave en el lavabo del baño con jabón para el cuerpo. Después de pasar media hora tallando la toalla por fin quedo limpia pero ahora debía llegar a la azotea. Pero al salir de baño con mi toalla húmeda, mi mama estaba a la mitad del camino para subir. Así que decidí ponerme la toalla de nuevo de capa aunque estuviera mojada y pasaría corriendo enfrente de ella. El plan resulto ser un éxito, pase en frente de ella sin que sospechara, aunque se me enfrió la espalda y al siguiente día me dio gripa. Pero fue una misión cumplida.
Aunque solo pude recodar esas 3 veces que logre salvarme de las 500 veces que me castigo, o de las otras 500 veces que intente esconder la evidencia y de todas maneras me cacho.
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