?????
Todo aquello que dices que nunca lo podrás obtener, conocer, contactar, puede que no esté lejos de ti. Muchas personas viven en la insatisfacción, diciéndose a sí mismas que nunca tendrán lo que desean. Esto tiene su raíz en la infancia, ya sea porque el bebé no fue bien gestado y sufrió tensiones dentro del vientre materno, sea porque sufrió al ser parido, o bien porque no le prestaron la atención amorosa debida o quizás porque nació un/a hermanito/a que le robó la atención de la madre.
Puede también, como quizás en tu caso, que el padre haya estado ausente, por viajes de trabajo, por divorcio, por muerte, por vivir egoístamente encerrado en sí mismo. Dices “el mundo está lleno de dudas”, sin darte cuenta que eres tú, el que, por carecer de fe, provocas situaciones de rechazo. Me ves a mí como el padre mitológico que ansiaste tener, aquel que nunca se va a comunicar contigo.
Imaginas que nadie comparte, por lo tanto no accedes a la felicidad. Las oportunidades, cuando se sabe invocar a la milagrosa energía que mueve al mundo, se producen. Tú, en lugar de pedir con fe, intensidad y simpatía, lo haces por medio de quejas y críticas, No pides, entre tantos pedidos, una pregunta sino “una serie de preguntas”, actuando como si fueras el único que necesita consejos.
Muestras tu decepción para que te tomen en cuenta.
“¿Lloran mucho tus hijos? -pregunta una señora a otra… -Sí -responde la preguntada-. Pero tengo la suerte de que uno de ellos llora tan fuerte que no deja oír al otro.”
En tu profundo interior vives con el goce de la insatisfacción.
Eso te mantiene unido a la infancia. Es mejor tener padres egoístas que no tener padres. Pero por culpa de esto creciste pensando que el mundo entero es egoísta y que te debe la atención amorosa que tus padres no te dieron.
Debes aprender a agradecer lo que se hace por los otros, aunque tú no tengas la suerte de recibir, porque los otros son tú mismo: lo que ellos reciben, tú lo recibes, la humanidad está unida: si alguien tiene hambre, tú tienes hambre. Si alguien está enfermo, tú estás enfermo. Si tú sufres, todos nosotros estamos sufriendo.
Si tú te realizas, todos nos estamos realizando. ¡Para cambiar, haz algo por mí: toma una pluma y escribe con tinta roja en tu pecho, en la región del corazón, la palabra “gracias”!
Nuestro amor a la humanidad entera, nos hace estar ayudándote en cada segundo de tu vida. Sal a la calle con un paquete que contenga 50 pesos cambiados en moneditas de 10 centavos y por una calle muy transitada avanza arrojando estas monedas como si sembraras. Así, aprendiendo a dar, recibirás.
Un beso espiritual.
Comentarios
Publicar un comentario